lunes, 23 de marzo de 2009

Mi primera cicatriz

Cuando tenía nueve años me di un tropezón en la puerta de mi clase, me dejó la cicatriz más dulce e inocente de mi vida. Tardo bastantes años en cicatrizar, pues con quien me tropecé estuvo a lado mío casi seis años. Era demasiado perfecto, un juego de niños que luego pasaron a ser adolescentes y en el proceso se acompañaron en los momentos más tristes y felices de sus cortas vidas.
A los nueve jugamos juntos en el recreo, intercambiamos figuritas de pokemón y hablamos de lo asqueroso que debía resultar besar a un chico o a una chica. A los diez nos tocó ser compañeros de carpeta durante dos bimestres, hicimos muchas caricaturas de los profesores, en especial de la miss marshmellow y nos volvimos inseparables. A los once, nos pusieron en diferentes aulas... aún así no perdíamos la costumbre de seguir conversando de lo que nos pasaba, lo más gracioso que me contó es que le habían salido sus primeros bellos púbicos. A los doce, también nos tocó en salones diferentes y debo admitir que nos alejamos un poco... ya no hablábamos mucho, solo cuando el iba a mi clase a pedirme algún útil que se había olvidado.
Sin embargo, al cumplir trece (mágica edad) nuestros caminos se volvieron a encontrar en un salón. Por cuestiones del destino, coincidencia, magia o suerte nos tocó ser compañeros de carpeta, esta vez todo el año. A mis trece años, yo estaba muy emocionada e ilusionada. No habíamos hablado mucho casi un año escolar. Ahora él era más alto que yo y ya no tenía esa pancita de niño. Había crecido, convirtiéndose en un chico muy apuesto. Yo ya no llevaba mi lonchera de barbie, me dejé crecer el pelo y unas cosas grandes empezaron a brotar en mi pecho. El trato fue el mismo, solo que al charlar me miraba diferente. Muchas veces me hizo sonrojar, también me puse necia con él y reíamos de cualquier tontera. Mi corazón empezó a sentir diferente el día que una de mis mejores amigas (la chinita) me dijo que él le había votado por mí como la más buena gente de la clase. En los días de invierno, solía darme su casaca del colegio para abrigarme un poco más. Él decía que era muy caluroso y que sólo sentía frío cuando estaba enfermo. Cuando eso pasaba, yo le traía pañitos higiénicos (kleenex) para que se limpie la nariz.
Ese mismo año, ambos empezamos a coleccionar figuritas para llenar nuestro álbum del mundial de fútbol 2002. Yo quería que gane la selección de Inglaterra, él la de Alemania. E Inglaterra me gustaba por el mejor jugador, para mí, en ese entonces: DAVID BECKHAM. Era mi amor platónico, pero más me gustaba él. Como él sabía que me encantaba el rubio, me regalo su figurita sin importarle que era la más difícil de conseguir. Eso me llevó a la luna, ida y vuelta dos veces. Ese mismo año me contó mucho acerca de sus padres y de los problemas que tenía, yo siempre lo ayudaba y le daba algunos consejos que en varias ocasiones le sirvieron. Yo le contaba acerca de mis familiares y de lo injustos que podían ser mis padres algunas veces. El también me daba consejos y me repetía siempre que nunca dejara de quererlos. Fue una de las épocas más lindas de mi vida.
Al año siguiente, al regresar de vacaciones. No nos tocó en el mismo salón, a él se le quebró el corazón en las vacaciones... al menos eso es lo que decían. Nunca pudimos hablar de eso... se alejo bastante del mundo. No supe más de él.
Siempre quise saber el porqué de su enorme tristeza, pero no lo supe hasta hace poco. Lamento no publicar el porqué de su tristeza, pero es algo privado que no quisiera que sepan. Pero me entere que ahora ÉL está muy bien, estudia la carrera que el tanto quería y va a ser un gran profesional.
El verano pasado, que me fui a trabajar a Estados Unidos, mi madre me llamó por teléfono y me dio una noticia linda y a la vez triste. "Tu amigo vino a visitarme". Yo me quede perpleja en ese momento. "Dijo que te andaba buscando y que se iba a otro país a estudiar lo que quería". Me sentí feliz por él, por que ya estaba bien e iba a cumplir uno de sus grandes sueños. Al mismo tiempo sentía melancolía de saber que si no hubiera viajado lo habría visto y abrazado muy fuertemente. Pero las cosas siempre pasan por algo. Sólo espero que algún día, en algún lugar, nuestros caminos se vuelvan a cruzar.

1 comentario:

  1. Admito que entre a tu blog por que me llamó mucho la atención el nombre del mismo “dulces cicatrices”. Me dije – ¡Oh no! una Emo más en el mundo – para mi buena suerte estuve equivocado.

    Te felicito por tu blog personal =)! Esta entretenido y no puedo contra algo así… siempre he sido bastante curioso por no decir chismoso. Me gustó este post, es evidente que el nombre del blog viene de esta historia de vida ¿No?

    Cito tres cositas…
    “La más buena gente de la clase”. aiii… esos términos que utilizas, me hicieron recordar esas buenas épocas.

    “Mundial de fútbol 2002… Yo quería que gane la selección de Inglaterra…”. Que poco latinoamericana que eres :P, cualquiera apoya a Brasil. Por cierto, siempre le doy mi respaldo a Italia xD.

    “Unas cosas grandes empezaron a brotar en mi pecho”. Que loco es ser mujer.

    Buen blog…

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